ANNO IMPERII OCTAVIANI AVGVSTI XLII



[Placa de mármol con epitafio de Seuera (ICUR 8, 23279) procedente de las catacumbas romanas de Priscila y hoy en el Museo de la Civiltà Romana de Roma]

Olympiadae centesima nonagesima quarta; ab Vrbe Roma condita anno septigentesimo quinquagesimo secundo; anno Imperii Octaviani Augusti quadragesimo secundo, toto Orbe in pace composito, sexta mundi aetate, Iesus Christus, aeternus Deus aeternique Patris Filius, mundum uolens aduentu suo piisimo consecrare (...) in Bethlehem Iudae nascitur (...).

Este texto de la conocida kalenda Natiuitatis (pincha aquí), el popular "pregón de Navidad" de la liturgia de la Misa del Gallo -que alguna vez ya hemos empleado en anteriores felicitaciones (pincha aquí)- ubica de modo extraordinario -y con el rigor histórico que exige un acontecimiento que, en todo el mundo, los creyentes no recordamos sino que conmemoramos y revivimos- las muy precisas coordenadas temporales -ambientadas en la Antigüedad Clásica- del acontecimiento que, desde hace dos mil años, viene cambiando la faz del mundo cada mes de Diciembre aunque, como decía esa mágica canción que hemos empleado alguna vez para estos posts navideños de Oppida Imperii Romani, "...it comes only once a year" (pincha aquí) y es responsabilidad nuestra conseguir que, efectivamente, no sólo sea Navidad entre el 23 de Diciembre y el 10 de Enero que, más o menos, es el periodo -también casi litúrgico- en que se suspende la actividad académica, al menos así es en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra. Así, volviendo al texto con el que abríamos, en "la centésima nonagésima Olimpiada [la primera Olimpiada fue en el 776 a. C.], en el año setecientos cincuenta y dos desde la fundación de Roma [la fundación de Roma se llevó a cabo en el 753 a. C.], en el año quadragésimo segundo del Imperio de Octaviano Augusto [Augusto fue proclamado emperador en el 27 a. C.], estando todo el mundo en paz, en la sexta edad del mundo, Jesucristo, eterno Dios e hijo del eterno Padre, queriendo santificar la creación por su advenimiento (...) nace en Belén de Judá".

Hace ya varios años que el trabajo cotidiano en la Universidad -ahora en la Universidad de Navarra y durante varios años en la Universidad Nacional de Educación a Distancia- y, sobre todo, la intensa actividad que se genera en torno a la ciudad romana de Los Bañales, me impiden dedicar a este blog el tiempo y los recursos que serían deseables. Este año, si cabe, eso ha sido aun más acusado. El grato volumen de clases que he tenido que impartir en la Facultad -algunas para grupos de estudiantes ciertamente inolvidables a los que deseo, desde aquí, lo mejor-, el trabajo que ha generado el estudio y la difusión de los pedestales dedicados a Tiberio y a Lucio César aparecidos entre Mayo y Junio pasados en la excavación (pincha aquí y aquí si aun no has tenido oportunidad de verlos), la intensa actividad del Club de Arqueología de la Universidad de Navarra y, en fin, las obligaciones propias de nuestra labor docente e investigadora han estado detrás de este silencio de varios meses. Son muchas las visitas a ciudades romanas que se han realizado ya y que están pendientes de ser volcadas aquí y muchas las entradas ya incoadas pero a las que falta dar el último retoque antes de publicar. Pero, sin duda, desde que inauguramos este espacio en 2008, nunca hemos faltado a nuestra cita con la Navidad y, más aun, a la cita con todos los que nos seguís que esperáis estas líneas de felicitación de las actuales fiestas Navideñas. ¡Aquí estamos un año más!

Es difícil, desde luego, ser original en estas líneas de felicitación pero quizás sí hay algo que, a partir del texto con el que abríamos este post, me atreva a pedir y a recordar a todos. El nacimiento de Cristo hace aflorar en el mundo -entre creyentes y no creyentes- unos especiales sentimientos de amor, de paz y de fraternidad de los que, sin duda, tan necesitados anda el mundo de hoy -el Papa Francisco lo recordaba hace sólo algunas semanas (pincha aquí)- y que, además, está comprobado que contribuyen a hacer, a todos, la vida más fácil. ¿Seremos de verdad capaces, de, no sólo durante estas próximas semanas sino, durante todo el año, sembrar esos sentimientos a nuestro alrededor, entre los que nos quieren y, también -aunque resulte más difícil- entre aquéllos a los que no despertamos tanto atractivo? ¿Será que, de verdad -y parafraseando el título de, a mi juicio, la película del año (pincha aquí)- somos capaces de extender a nuestro alrededor, ¡en Navidad y siempre!, amor y compasión? Seguro que sí..., es un esfuerzo que, seguro, vale la pena...

Yo, en cualquier caso, desde aquí, os deseo a cada una y a cada uno de un modo muy personal y agradecido, la más feliz de las Navidades y el más feliz de todos los "Años Nuevos"... Love and Mercy to you...  (pincha aquí) ¡Ah!, y si os quedáis con ganas de más, pinchad aquí para ver la felicitación que, con tanto cariño, desde el blog El Rincón del Bañalense, hemos preparado con varios estudiantes de los que han pasado por Los Bañales en estos últimos años...